miércoles, 27 de mayo de 2020
Cultura Oceanica
Oceanía
Países 14
Extensión 9 008 458 km²
Población 34 300 000 hab.
Densidad 3,4 hab/km²
Subdivisiones * Australasia
* Melanesia
* Micronesia
* Polinesia
Oceanía, continente que comprende la mayoría de las islas del océano Pacífico y está bañado al oeste por las aguas del océano Índico.
Las subdivisiones tradicionales de las islas de Oceanía son Melanesia, Micronesia y Polinesia, definidas por su situación geográfica y las características físicas y culturales de sus habitantes.
Según la Organización de las Naciones Unidas, Oceanía también incluye el territorio insular de Australia y Nueva Zelanda. Algunos países consideran que Australia es un continente o isla-continente y llaman ‘Islas del Pacífico’ a lo que otros consideran el resto de Oceanía. Se considera que hay aproximadamente 24900 islas
División de Oceanía
Oceanía es el continente menos poblado, exceptuando la deshabitada Antártida: en 2006 se estimaba una población de 34 millones de habitantes (menos del 1% de la población mundial); y también el menos densamente poblado: la densidad demográfica promedio ronda los 4 hab/km2. La población se reparte de forma muy desigual: Australia, Nueva Zelanda y Papúa-Nueva Guinea concentran más del 90% de la población continental, y existen numerosas islas deshabitadas.
Con unos 9 millones de km2, es el continente de menor extensión, aunque, si se cuentan sus dimensiones oceánicas, cubre cerca del 35% de la superficie terrestre. Se encuentra casi por entero en el hemisferio sur, atravesada por el ecuador y la línea internacional de cambio de fecha.
Islas.
Oceanía cuenta con miles de islas. Solo cuatro son de gran tamaño: Australia (86% de la superficie continental), que es la más extensa de la Tierra; Nueva Guinea, cuya parte occidental forma parte de Asia; y las dos islas que conforman Nueva Zelanda, la isla del Norte y la isla del Sur. Hay miles de pequeñas islas e islotes diseminados por el Pacífico, la mayor parte arrecifes coralinos de origen volcánico, que se agrupan en los tres grandes conjuntos insulares conocidos como Micronesia, Melanesia y Polinesia.
Relieve.
mapa topográfico de Australia
La altitud media de Oceanía es baja: 340 metros. En Australia predominan las llanuras y mesetas bajas, y la isla alberga el único conjunto montañoso de importancia continental: la Gran Cordillera Divisoria. Nueva Guinea y las islas de Nueva Zelanda son de relieves accidentados y algunas cumbres superan los 4.000 metros. Hay algunas islas del Pacífico que son montañosas, con volcanes activos, como Samoa o Hawai, y otras más bien bajas, que pueden formar atolones, como los denominados atolones del Pacífico, entre los que destaca el atolón Kwajalein. Por Micronesia se extiende la fosa de las Marianas, donde se ha sondeado el punto más profundo de la Tierra, el Challenger Deep, al suroeste de la isla de Guam.
Hidrografía.
Lago Eyre en Australia
Solo puede hablarse de verdadera red hidrográfica en las islas más grandes. El mayor sistema fluvial del continente es el formado por el Murray-Darling, en Australia, que cuenta con numerosos afluentes de carácter estacional. Los ríos de Nueva Guinea y Nueva Zelanda son cortos y algunos aumentan su caudal por la presencia de glaciares.
Clima
A excepción de Nueva Zelanda y una parte de Australia, de clima templado o desértico, en las islas de Oceanía predomina el clima cálido debido a su localización intertropical (por ejemplo, es ecuatorial en Nueva Guinea y tropical en Hawai). Las precipitaciones son abundantes en las costas orientales de las islas montañosas, expuestas a los vientos alisios, mientras que las costas occidentales, a sotavento, sufren una mayor aridez. Son frecuentes los tifones.
Climas
Vegetación y fauna
El aislamiento de las tierras oceánicas explica la peculiaridad de la vegetación y la fauna, sobre todo la australiana, entre la que destacan el género Eucalyptus y la presencia de marsupiales, desaparecidos en el resto del planeta.
El taro es una planta característica de la zona tropical y en las costas ecuatoriales abundan los manglares y cocoteros. Debido a la insularidad y el aislamiento, todas las islas cuentan con numerosos endemismos.
Economía
El peso de Oceanía en la economía mundial es muy escaso, apenas aporta tan solo el 1% de la producción total.
Australia y Nueva Zelanda tienen una economía diversificada y muy desarrollada. Aunque hoy día la mayor parte de la población trabaja en los servicios, el sector primario sigue siendo clave y proporciona una buena parte de las exportaciones.
Ambos países concentran el 40% del ovino mundial, son los principales productores de lana y aportan más de un tercio de la producción mundial.
El turismo es una de las principales actividades económicas de muchos países con ingresos bajos.
En Australia la actividad industrial ha experimentado un fuerte crecimiento en las últimas décadas, principalmente la industria pesada y la industria química; en su mayor parte, gracias a los importantes yacimientos mineros. Por su parte, Nueva Zelanda posee numerosos lagos, utilizados para la producción de energía hidroeléctrica, lo que ha favorecido el desarrollo de diversas industrias básicas.
Dos tercios de la producción de Australia y Nueva Zelanda es insertada en los mercados asiáticos.
En los demás países del Pacífico, consiste en una economía rudimentaria y de autoabastecimiento. En las islas volcánicas se practica la agricultura. En estas islas se hallan distintas especies tropicales.
El producto más importante que se exporta es la palmera cocotera, hay también ananás, arroz, bananas, caña de azúcar y la llamada “fruta del árbol del pan”.
Otra actividad importante es la minera, hay reservas de oro en Papúa Nueva Guinea, níquel y hierro en Nueva Caledonia y estonio en Fiyi. En el Océano Pacífico se hallan nódulos polimetálicos, que en algunas zonas son trabajados para la obtención de metales.
Una fuente de ingresos importantes es el turismo. Tahití y Fiyi son algunos países que subsisten principalmente con la industria del turismo. Es explotada por grandes industrias que construyen hoteles muy exóticos y consiguen cruceros y aviones para atraer al turismo mundial.
La pesca es también una actividad importante, especialmente en los países pequeños, como Wallis y Futuna, Nauru, Niue y las Islas Marshall.
lunes, 25 de mayo de 2020
La canasta familiar
Canasta familiar
El sostenimiento normal de una familia colombiana, depende de su capacidad económica de adquirir bienes y servicios básicos como los alimentos, el vestuario, la educación, la salud, el transporte y la recreación entre otros.
La canasta familiar, es pues, un conjunto de bienes y servicios que son adquiridos de forma habitual por una familia para su sostenimiento, en cuanto a su composición (número de integrantes) y con unas condiciones económicas medias.
Los datos de precios de la canasta familiar los obtiene el DANE tomando como referencia aproximadamente a veinte mil establecimientos que incluyen viviendas y sitios de comercio minorista.
La canasta familiar en Colombia está compuesta por aproximadamente cuatrocientos elementos o artículos y servicios.
La importancia de la canasta familiar, radica principalmente, en que ésta, en primer lugar representa los bienes y servicios mínimos que requiere toda familia para subsistir en condiciones mínimas de calidad de vida, por lo que tiene una gran importancia en lo relativo al aspecto social.
En segundo lugar, la canasta familiar es la que se utiliza para medir el comportamiento de los precios, mas precisamente, para el cálculo del índice de precios al consumidor (IPC), el cual representa o mide el comportamiento del costo de vida, comportamiento que es medido en términos porcentuales.
La variación de precios en la canasta familiar, se determina mediante la encuesta nacional de hogares, la cual se realiza en las principales ciudades del país cada mes, puesto que la variación de precios se determina mensualmente.
Actualmente, en la canasta familiar se incluyen 405 productos, de los cuales algunos ya están en desuso y en cambio, han surgido otro grupo de bienes y servicios que a pesar de no estar incluidos en la canasta familiar, si se han convertido en necesarios y elementales para todas las familias colombianas.
Muchas de las decisiones económicas del país, como el incremento del salario mínimo, el incremento de servicios públicos, combustibles, etc., están basados de alguna forma en función al comportamiento que presente el índice de precios al consumidor, que como ya se anotó, se determina con base a la canasta familiar.
¿Cuáles son los Productos de la Canasta Familiar?
Los productos de la canasta familiar son aquellos bienes y servicios esenciales para que un individuo y su núcleo familiar puedan satisfacer sus necesidades elementales en función de sus ingresos económicos. En otras palabras, los productos de la canasta básica son aquellos que se necesitan para tener una subsistencia saludable tanto mental como físicamente.
El concepto de canasta familiar o “basicbasket” nació al comienzo de 1900, y se atribuye al sociólogo industrialista británico Seebohm Rowntree quien estudió el grupo preciso de alimentos que requiere el cuerpo de las personas para funcionar.
Todo esto con el objetivo de resolver el problema de la escasez que los trabajadores de la ciudad de York estaban experimentando en la época.
Con el tiempo, fueron añadidos otros factores al concepto de canasta familiar, y esta empezó a ser utilizada para medir cuánto debía gastar una persona para poder cubrir sus necesidades primarias y desarrollar su potencial humano.
De esta forma, se empezaron a incluir productos como: aceite, agua embotellada, arroz, atún, azúcar, carne, café tostado, café soluble, cerveza, chocolate, energía eléctrica, gas doméstico, servicio de telefonía, detergentes, jabones, medicamentos, pasta dental, refrescos, petróleo, etc.
En varios países, la canasta familiar es utilizada para calcular la inflación, al sumar el costo total de todos los productos que la componen y compararlo con el promedio de ingresos y gastos de las familias.
La canasta familiar se centra en el consumidor urbano promedio. Por esta razón, las poblaciones rurales, aquellas familias en condición de pobreza o quienes superan el promedio de ingresos económicos en un país, son medidas de otra forma ya que sus hábitos de consumo son diferentes.
Definición de canasta familiar
En algunas ocasiones de habla de la canasta familiar como la canasta básica familiar, utilizando el término “básico” para referirse a la cantidad limitada de alimentos que se deben incluir dentro de la canasta para satisfacer las necesidades nutricionales humanas.
Los alimentos son elegidos y medidos basados en la ingesta de calorías y proteínas necesaria para que una familia de cuatro personas (madre, padre y dos hijos) pueda vivir.
Es importante señalar que, la canasta familiar es la cantidad mínima de alimentos, bienes de consumo y servicios que una familia requiere para no considerarse en condición de pobreza. Sin embargo, la dieta de una persona que sigue fuera de la canasta familiar a veces puede ser más nutritiva que la que se incluye en ella.
Cuando la canasta familiar falla en ofrecer suficientes nutrientes a las personas, el gobierno debe reevaluar el listado de elementos y agregarle aquellos que sean necesarios para completarla.
En países como México la canasta familiar se compone de 80 artículos, mientras que, en Venezuela, los productos de la canasta familiar ascienden a los 400 artículos, entre los cuales se incluyen alimentos y servicios.
En Estados Unidos, por otro lado, la canasta familiar puede incluir todo tipo de alimentos básicos necesarios para que un adulto entre 30 y 59 años esté bien nutrido. Estos alimentos incluyen leche, huevos, arroz, maíz, queso, café, cereal, aceite, mantequilla y carne.
Grupos de productos que incluye la canasta familiar
Los productos de la canasta familiar se componen de múltiples elementos que varían en cada país. Sin embargo, independientemente del país de origen, pueden ser clasificados en las siguientes categorías:
Alimentos y bebidas no alcohólicas
Alcohol y tabaco
Restaurantes y hoteles
Vestido y calzado
Alquiler de vivienda
Los servicios de vivienda
Muebles, equipamiento del hogar
Salud
Transporte
Comunicaciones
Recreación y cultura
Cuidado Personal
Servicios Educativos
Servicios Financieros
Otros
Teniendo en cuenta estas categorías, es fácil identificar cada mes cuánto incrementa el valor de los productos y servicios y si la inflación se mantiene estable.
Estas categorías también se usan para obtener información acerca de los consumidores, teniendo en cuenta la variedad de precios y la calidad de diferentes productos, así como su disponibilidad para la compra.
¿Cómo calcular la canasta familiar?
El cálculo de los productos que deben ser incluidos en la canasta familiar se hace con base a la información recolectada por el banco central de cada país.
Éste es el encargado de indicar cuáles productos deben ser considerados como básicos para que una familia viva con lo necesario, teniendo en cuenta el precio de dichos productos y el ingreso mínimo que cada habitante del país debe recibir por ley.
También, se deben tener en cuenta la cantidad de calorías que una persona debe consumir por día y el precio de los productos que proporcionan las mismas.
De esta manera, se debe multiplicar el número de productos teniendo en cuenta el número de calorías necesarias para sostener una dieta saludable. La suma de todos los productos debe arrojar el costo diario de la canasta familiar.
Cuando una persona o familia no es capaz de adquirir todos los productos listados en la canasta familiar, se considera en condición de pobreza. De esta forma, las estadísticas que hablan sobre el consumo de la canasta familiar pueden ser comparadas por el gobierno con el número de habitantes del país para medir su índice de pobreza.
Por lo general, la canasta familiar puede variar cada año y nuevos productos pueden ser agregados y otros pueden ser retirados del listado que la compone. Todo esto depende de la inflación, es decir, del aumento del valor de los bienes y servicios incluidos en la canasta en proporción al ingreso medio del país.
Hay que tener en consideración que los ítems de la canasta familiar están definidos de tal manera que puedan ser equiparables entre sí con el pasar de los años.
Por esta razón, la canasta incluye los mismos bienes y servicios cada año. Los consumidores son libres de consumir productos diferentes a los que se encuentran en la canasta, por lo que puede afectar a su conformación anual.
Las reglas
Norma y regla
Una norma es un consenso colectivo, creado para regular el comportamiento de los individuos en una sociedad.
Una regla es un lineamiento formal de carácter social o jurídico, cuyo incumplimiento está penalizado moral o legalmente.
Norma | Regla | |
---|---|---|
Definición | Convención creada para regular la vida en sociedad. | Convención de que debe ser cumplida en un entorno específico. |
Tipo de acuerdo
| Social |
Social.
Jurídico.
|
Forma de transmisión | Oral. | Escrita. |
Tipo de sanción
| Moral. |
Moral.
Legal.
|
Ejemplo |
La puntualidad se considera un acuerdo social.
Al no cumplirse puede implicar una sanción moral.
|
Una de las reglas en las empresas es el horario de trabajo.
Al no cumplirlas, se irrespeta lo acordado en el contrato y puede implicar una sanción o un despido.
|
¿Qué es una norma?
Una norma se refiere a todas las pautas o lineamientos que rigen la conducta o comportamiento de una colectividad, como una empresa, una comunidad o la sociedad en general.
Las normas son convenios sociales, por lo tanto, se espera que los individuos respeten dichos acuerdos. De allí que algunas normas puedan tener relevancia legal y jurídica con el paso del tiempo.
Además, las normas también suponen aspectos morales de la sociedad como la justicia, el respeto o la honestidad.
El incumplimiento o violación de una norma no acarrea una sanción legal (salvo que la norma haya pasado a ser una regla), pero sí implica una desaprobación social.
Por ejemplo, es una norma hacer silencio en las salas de espera de los hospitales. Aunque se espera el cumplimiento de la norma, hablar en este tipo de lugares no implica un incumplimiento de las leyes.
En muchos casos, las normas no están escritas, sino que forman parte de la tradición oral y se cumplen por convención social.
¿Qué es una regla?
La regla, por su parte, es mucho más específica que la norma. Las reglas nos indican lo que debe hacerse y lo que no está permitido, así como las sanciones respectivas en caso de que no se cumplan.
En este sentido, las reglas pueden referirse a cuestiones más puntuales en un entorno social u organizacional. En algunos casos derivan de normas generales.
Usualmente las reglas están registradas por escrito, y pueden estar institucionalizadas ante organismos formales, como las leyes de tránsito, el código penal, etc.
En este sentido, las reglas regulan la vida en sociedad de manera más estricta que las normas, ya que su omisión o falta de cumplimiento pueden acarrear desde una sanción moral hasta la cárcel, dependiendo del entorno, la gravedad y el tipo de sanción acordada según la falta.
Revisión técnica por Isbel Delgado • Licenciada en Comunicación Social
viernes, 22 de mayo de 2020
Taironas: Cultura, Costumbres y Arte
Por Alberto Cajal
Los taironas fue un grupo indígena que habitó en varios asentamientos colombianos durante más de dos mil años. Ubicada al norte del territorio colombiano, la cultura tairona, en la Sierra Nevada de Santa Marta, comprendía las zonas de tres departamentos: Cesar, Magdalena y La Guajira. Esta zona esta bañada por importantes ríos: Cesar, Ranchería, Palomino, Don Diego, Guatapurí, Fundación y Aracataca.
No se conoce demasiado a cerca de los taironas. Ciudad Perdida, también conocida como Teyuna o Buritaca-200, fue la ciudad fundada por esta cultura en el año 800 y habitada hasta el 1600.
La Sierra Nevada de Santa Marta tiene una extensión de 17.000 kilómetros cuadrados. Sus picos Colón y Bolívar son las cimas más altas de las Sierra con 5.775 m de altura; las más altas de Colombia y del mundo cerca al mar.
El terreno montañoso y escarpado de la Sierra Nevada de Santa Marta propició que las tribus habitaran en terrenos pequeños y grandes, lo que facilitó la formación de los cacicazgos, territorios donde mandaba el cacique.
Este pueblo desconocía la escritura y utilizaron la rueda y los animales para desplazarse. Hablaban chibcha y los hombres practicaban la poligamia y la exogamia, es decir, podían hacer el amor con los miembros de diferentes tribus.
A continuación te dejo algunas de las peculiaridades más interesantes y curiosas por las que destacaba este grupo indígena.
Características de los taironas
Economía
La economía de los taironas era básicamente agrícola y se caracterizaba por el cultivo de maíz, auyama, fríjol, arracach o yuca, cultivada ésta última por algunas de las principales etnias del mundo. Los taironas también comían la guanábana, la piña, la guayaba y el aguacate.
Los indígenas aprovecharon la variedad de pisos térmicos, es decir, las diferentes temperaturas de los terrenos para facilitar la cosecha de los distintos productos.
En cuanto a la diversidad del clima abarcaba desde las tierras cálidas del mar, pasando por áreas templadas (temperatura media), hasta las frías y altas montañas cuya gran producción agrícola sostuvo la población por más de 700 años. En concreto desde el siglo IX hasta finales del siglo XVI de la era cristiana.
Además los taironas tuvieron de manera frecuente un alto consumo de pescad o de carne de cabra o de roedores para las celebraciones o días especiales. Razón por la que la pesca tuvo mayor importancia que la caza de animales.
En general, estas comunidades practicaron el intercambio de productos. Por ejemplo los habitantes de las tierras cálidas producían sal, algodón, pescado y caracoles que cambiaban por coca, maíz y fruta a las tribus de las tierras medias; y por papa y otros productos a los grupos de las zonas frías.
Obras de arquitectura e ingeniería
Sus obras de ingeniería fueron prácticamente perfectas y en ningún caso llegó a afectar el medio ambiente. A grandes rasgos el grupo siempre mantuvo el equilibrio ecológico pese a su densidad de población, la cual giraba alrededor de unos 200 grupos de hasta 3.000 personas cada uno.
Entre las construcciones más destacadas están los muros de contención de piedra en las montañas, los cuales tienen una altura de hasta 9 metros. Normalmente servían de soporte a las terrazas, marcaban los caminos, canalizaban los flujos de agua y evitaban la erosión de las montañas.
Las formas de las terrazas circulares, semicirculares u ovales, variaban de acuerdo con la ubicación y el uso que se les iba a dar. Las ovales se construían en las partes más altas. En general, el tamaño estaba entre los 50 y los 880 metros cuadrados.
Sobre las terrazas construyeron las cabañas tipo bohío, cuya estructura principal era de madera. Las paredes cilíndricas eran reforzadas con caña y entretejidas con esteras y el techo cónico era armado con paja.
Debido al abundante régimen de lluvias, se vieron obligados a perfeccionar las técnicas para controlar el flujo de agua. El sistema de irrigación contó con canales especiales que evitaron la erosión en zonas desérticas. Curiosamente, los canales subterráneos que se construyeron aún continúan funcionando.
La eficiencia de las vías de comunicación unieron los caminos principales con los de los cultos religiosos, así como los de las familias del cacicazgo (tribu) con el lugar donde se realizaban los cultivos.
Sus grandes habilidades han permitido que su inmensa obra de piedra, después de permanecer sepultada por más de 500 años bajo la selva, al ser descubierta, se pueda apreciar y aún cumpla las funciones de su creación.
Urbanismo
Los taironas alcanzaron un alto grado en la concepción urbanística, entendida ésta como el conjunto de normas técnicas, administrativas, sociales y económicas que reglamentan el funcionamiento y el desarrollo armónico, racional y humano de una región.
Lograron una integración perfecta del momento en que vivía con su proyección del futuro y no intentaron cambiar el medio ambiente sino adaptarse a él tal y como lo encontraban, una vez elegido como lugar de asentamiento propicio.
Supieron mantener el equilibrio entre la distribución del hábitat y su explotación. De hecho, fueron los españoles quienes rompieron ese equilibrio y desarrollo normal, con sus prácticas de saqueo, violencia y dominación.
Ese esquema urbanístico era una unidad: terraza de vivienda – grupo familiar – zona de producción aledaña, individual o comunitaria. Ese gráfico se repetía y multiplicaba conservando siempre la relación hábitat producción.
Orfebrería, cerámica, tejidos e instrumentos musicales
Los taironas, una de las más avanzadas culturas de la América prehispánica, desarrollaron una orfebrería extraordinaria que destacó por encima de la de otros pueblos. La mayoría de estos objetos eran adornos que se utilizaban para adornar el cuerpo.
Los famosos pectorales anchos, en oro martillado, con figuras de soles, animales y hombres, representaban los dioses que adoraban: el sol, la luna, la tierra, el jaguar y la serpiente. Las narigueras, orejeras y adornos sublabiales estilizaban los rasgos de animales cuyas propiedades eran asumidas por la persona que los llevaba puesto.
En cuanto a la iconografía, los artistas del grupo combinaban lo humano con lo animal para hacer piezas de hueso y cerámica procedentes de la región. En algunos de estos objetos, se destaca además el trabajo con la cera fundida y la filigrana.
Los hombres y las mujeres de estas tribus realizaron tejidos en los que plasmaron una muestra de su sentir, pensar y actuar. Desarrollaron toda una industria con los tejidos y utilizaron plumas coloridas y con los huesos humanos de los enemigos muertos en combate hicieron flautas.
Teyuna, centro espiritual y comercial
Adentrándose en la región, por el valle del río Buritaca, se encuentran los 1.200 peldaños construidos que dan acceso a Teyuna, la ciudad perdida (nombre popular) de los taironas y la más importante por ser el centro espiritual y comercial de la población.
Allí, a los 1.200 metros sobre el nivel del mar, se pueden apreciar las primeras viviendas construidas sobre terrazas encerradas en muros de contención de piedra. Hasta su descubrimiento, en 1.973, Teyuna, que en chibcha significa Origen de los pueblos de la tierra, permaneció olvidada por 375 años.
Presionados por la llegada de los españoles a las costas de Santa Marta, en 1.525, los indígenas se fueron concentrando cada vez más al interior de la Sierra y refugiando en Teyuna hacia el año 1.540. Además, el grupo construyó dos cabañas en cada terraza para un total de 280 viviendas por lo que se estima que unas 1.500 personas conformaron su población.
Teyuna, también denominada Buritaca 200 por el número de hallazgos arqueológicos encontrados en la Sierra, fue abandonada alrededor de 1.600 y al parecer por brotes de epidemias que obligaron a sus habitantes a dejar las tierras.
Este territorio permaneció así desolado por más de tres siglos y los indígenas por lo que los indígenas se establecieron en pequeños asentamientos a lo largo del valle, un territorio de difícil acceso para los conquistadores.
Pese a que los nativos dejaron de visitar Teyuna, sus descendientes los Kogui conocían y guardaban secretamente la ubicación exacta de esta ciudad. Pero no fue hasta 1.970 cuando los campesinos que colonizaron la parte baja de la Sierra vieron la posibilidad de encontrar los tesoros.
Así comenzó el saqueo de las tumbas, actividad ilegal conocida como guaquería y a los que ejercieron este oficio se denominaron guaqueros, quienes llegaron a matarse entre sí, en la lucha por el tesoro. Muchos de estos hallazgos fueron revendidos en el comercio internacional y perdidos para siempre.
Es en 1.976 cuando una expedición científica del gobierno colombiano llegó a Teyuna e inició el proceso de revaloración, restauración y conservación de los hallazgos y de las terrazas. Entre los descubrimientos encontrados estaban las joyas de oro y los vasos de cerámica finamente tallados.
También se encontraron algunas espadas, de las cuales se desconoce si están allí porque los españoles lograron llegar a la ciudad perdida o porque fueron enterradas por los indígenas en las tumbas como trofeo de guerra.
Otras costumbres y tradiciones
Los taironas vestían mantas de telar pintadas de colores variados; joyas como orejeras, gargantillas, coronas, bezotes, moquillos de oro, pedrerías finas y bien labradas. Además llevaban abanicos de plumas y palma para los que criaban papagayos y guacamayos por su vistoso colorido.
Se bañaban en las quebradas, en sitios destinados específicamente para ello. Hilaban a prisa y muy delgado, tejían despacio; preparaban la miel en ollas grandes o múcuras. Realizaban fiestas y bailes y también había espacio para la limpieza, la delicia y la ociosidad ya que con muy poco trabajo tenía el alimento y el vestido de varios días.
Entre los 500 y los 2.000 metros de altitud, se encontraron otras poblaciones, en total 32 centros urbanos: Tigres, Alto de Mira, Frontera y Tankua. Concentrados principalmente en los valles de los ríos Garavito, San Miguel y Don Diego. Otras ya perdidas son Bonda, Pocigueica, Tayronacay Betoma.
Identidad cultural
Para algunos la identidad cultural de los taironas no está tan clara, se trata, según ellos, de grupos humanos autónomos con ciertos rasgos socioeconómicos e ideológicos comunes, que serían unidos por las relaciones de intercambio comercial y económico.
Las diferencias existentes serían entre los habitantes de la sierra y de la costa, que habrían mantenido un grado de autonomía muy similar a la existente en los Kogis de la actualidad, con lazos de dependencia económica y cultural.
Hay quienes comparten la posible existencia de un estado cuyo propósito eran la conquista y la dominación; aunque para otros las circunstancias sociopolíticas apuntaban a una posible confederación (pacto) entre las distintas aldeas.
Los kogi, descendientes de los taironas
Los indígenas kogi siguen las tradiciones ancestrales de los taironas y aún hoy continúan hablando chibcha como sus antepasados. Lingüísticamente, pertenecen a la familia macrochibcha y se agrupan en los valles delos ríos Garavito, San Miguel, Palomino, Don Diego, Guatapurí y en las cabeceras de los ríos Ranchería y Sevilla.
Actualmente, el desmonte, la tala y la quema es la principal técnica de trabajo agrícola en las tierras de la Sierra Nevada, donde probablemente el 80 por ciento presente algún grado de erosión, causado, según los expertos por el colono. Sin embargo, los nativos también tienen que ver con este deterioro pese a su estrecha relación con la naturaleza.
Los Kogi conocen el trabajo asalariado y la circulación de la moneda que han determinado las relaciones socioeconómicas arrojándolos a un proceso de campesinización.
Para el año 2.000 la población de los nativos en la Sierra Nevada de Santa Marta llegaba a los 32.000 y pertenecían a los Kogi, Ica y Wiwa. Además, las relaciones políticas de estos grupos con el estado se vienen adelantando con diferentes organizaciones indígenas.
Revolución industrial
El inicio de la Revolución Industrial se encuentra a mediados del siglo XVIII.
¿Qué es la Revolución Industrial?
La Revolución Industrial es un período histórico en el cual se desencadenaron significativos cambios cambios en las formas de producción que de manera paulatina convirtieron la mayoría de los países del mundo en sociedades industriales. Se caracterizó por el uso de nuevas tecnologías aplicadas a la producción en masa.
La primera invención que permitió esta nueva forma de producción fue la máquina de vapor, cuyo combustible era el carbón. Sin embargo, tanto sus causas como sus consecuencias exceden el ámbito tecnológico y económico, extendiendo a aspectos sociales, ideológicos y demográficos que se vieron significativamente modificados.
Aunque sus antecedentes datan de mucho antes, el inicio de la Revolución Industrial se encuentra a mediados del siglo XVIII, particularmente en Inglaterra, dado que en ese país se dieron las condiciones económicas, políticas, sociales y tecnológicas para hacerla posible. La Revolución industrial continúa hasta la primera mitad del siglo XIX, época en que los fenómenos que la caracterizaron terminaron de extenderse por el resto de Europa y Estados Unidos.
El comercio mundial, la acumulación de capital y los desarrollos urbanos, propiciaron una Segunda Revolución Industrial, que también dependió de la aplicación de nuevas tecnologías. Las tecnologías de esta segunda revolución estaban asociadas al petróleo y a la electricidad.
A continuación, y a modo de resumen, te explicamos sus principales características, las causas y consecuencias, efectos e invenciones más destacados, entre otros.
Etapas de la Revolución IndustrialLa máquina de vapor fue patentada en escocia por James Watt en 1762.
Las dos fases de la Revolución Industrial se asocian a diferentes tecnologías y fenómenos sociales.
Primera revolución industrial. Las tecnologías aplicadas a la producción marcan un cambio cualitativo ya que el trabajo manual es reemplazado por la fabricación industrial. Invenciones:
Telar mecánico. Permite el nacimiento de una industria textil con producción en masa.
Máquina de vapor. Patentada en escocia por James Watt en 1762. Su fabricación masiva comienza en 1782. Se utiliza el vapor de agua para producir movimiento rotatorio. El combustible utilizado es el carbón mineral (coque). Aumenta capacidad de trabajo.
Telégrafo. La primera forma de comunicación instantánea.
Locomotora. La máquina de vapor aplicada al transporte.
Segunda Revolución industrial. Principales cambios:
Acero. Aunque hay evidencia del uso del acero desde 3.000 años antes de Cristo, Henry Bessemer descubrió un método para la producción masiva de acero, un producto de gran utilidad industrial por su tenacidad, ductilidad y maleabilidad. Es un elemento indispensable de las nuevas máquinas herramientas.
Electricidad. Gracias a la invención del dínamo, la electricidad comienza a sustituir al vapor como fuente de energía para la maquinaria.
Petróleo. El descubrimiento de los diversos usos del petróleo no sólo lo vuelven el combustible más difundido para medios de transporte sino también la materia prima de diversos productos industriales (todos los derivados del plástico)
Causas de la Revolución Industrial
Diversos factores en Reino Unido propiciaron los cambios de la Revolución Industrial, que luego se expandieron por el resto de Europa:
Monarquía Parlamentaria. Establece una división de poderes, garantizando la libertad individual y seguridad jurídica necesaria para que surja la clase empresaria por fuera del Estado.
Disponibilidad de mano de obra. Las tierras comunales fueron tomadas por nobles en los siglos XVI y XVII, expulsando a los campesinos.
Comercio internacional. La capacidad naval inglesa, muy superior a la de otros países, los impuso en el comercio mundial, abriendo mercados donde la producción masiva que traería esta revolución encontraría consumidores.
Surgimiento de nuevas clases socialesEl proletariado es un amplio sector social de pocos recursos económicos.
Las condiciones económicas que favorecieron la revolución industrial, junto con la revolución agrícola, tuvieron como consecuencia grandes movimientos demográficos del campo a las ciudades, mermando significativamente la población campesina. A partir de estos cambios se desarrollaron dos nuevas clases sociales.
Proletariado. Es un amplio sector social de pocos recursos económicos pero, a diferencia del campesino, el proletario no es dueño de los medios de producción. Es la mayor parte de la población urbana, donde en un principio vive en condiciones de pobreza y hacinamiento. La pobreza extrema de este sector en algunos casos fue combatida a lo largo de las décadas y los siglos gracias a la organización de los colectivos de trabajadores, logrando derechos y disminuyendo (al menos en una mínima proporción) la explotación sufrida.
Burguesía industrial. Es un sector social que gracias a la acumulación de riquezas (obtenidas a través de la explotación del proletariado) desplaza socialmente a la aristocracia, sector social cuya fortuna en algunos casos comienza a mermar. Por primera vez existe una posibilidad de ascenso social a través de los recursos económicos y no de las alianzas familiares.
Leyes del trabajoLas jornadas laborales eran tan largas que se tornaban insalubres.
Antes de la organización de los sectores de trabajadores, no existían leyes que regularan el trabajo del proletariado. Dado que había un amplio sector de la población sin recursos económicos, muchas personas aceptaban trabajos en cualquier condición. Por eso, las jornadas laborales eran tan largas que se tornaban insalubres, además de que estaba permitido el trabajo infantil.
Las condiciones de vida y trabajo de los proletarios habitualmente eran iguales o peores que las que se observaban en la esclavitud americana, significando un gasto mucho menor para los empleadores.
La legislación del trabajo y las organizaciones de los trabajadores, así como las nuevas ideologías (socialismo, comunismo) fueron las fuerzas que impulsaron cambios en estas condiciones. Sin embargo, en algunos países del mundo, los niveles de explotación que se observaban en el siglo XVIII siguen aún hoy vigentes.
Nuevos medios de transporte e invencionesEl barco a vapor facilitó el transporte de mercancía favoreciendo el mercado mundial.
Entre los nuevos inventos se encuentran nuevas formas de transportar personas y mercadería.
Ferrocarril. Es el impacto más directo que tuvo la revolución en los medios de transporte, ya que es la aplicación de la máquina de vapor y del uso del carbón. Fue creado en el siglo XVII, creando una forma mucho más rápida de traslado entre ciudades y pequeñas poblaciones. También afectó las comunicaciones ya que desde 1830 comenzó a transportar correo.
Barco de vapor. La nueva maquinaria permitía el traslado de naves de mucho mayor tamaño y a mayor velocidad. Este producto de la fue además uno de sus impulsores, ya que se utilizó en buques de guerra, facilitando el nuevo imperialismo y en transporte de mercancía, favoreciendo el comercio mundial.
Construcción de carreteras y canales. La producción a gran escala requería que se fortalecieran las rutas para el transporte de las mercancías. Las nuevas naves fomentaron el desarrollo de nuevos canales. Con la segunda revolución industrial y los automóviles, se desarrollaron también las carreteras.
Hasta la revolución industrial, las diversas formas de producción artesanal se transmitían de maestro a aprendiz, sufriendo mínimas modificaciones en largos períodos de tiempo. Por el contrario, la fuerza principal que va a activar la industria a partir del siglo XVII en adelante va a ser la innovación: los descubrimientos científicos y los cambios tecnológicos son desde este momento la base de la producción industrial.
La Revolución Industrial fue la base del capitalismoEl capitalismo se basa en la acumulación de bienes.
La inversión privada, la producción masiva de mercancías y los bajos costos de producción (gracias a las máquinas y al bajo costo de la mano de obra) permitieron el acopio de bienes, tanto dinero como tierras y maquinaria. A este acopio se lo denomina “acumulación de capital” y es la motivación y la base del capitalismo. Este sistema económico que actualmente rige las economías de casi todo el mundo sólo podría nacer en el contexto de la revolución industrial.
La producción en masa implicaba una cantidad de mercancías muy superior a la obtenida a través de la artesanía. Se comenzaron a saturar los mercados internos, por lo que se necesitaron de nuevos mercados para ubicar esas mercancías.
El “nuevo imperialismo” no se basaba en una conquista militar de nuevos territorios sino en la conquista económica a través de la venta de productos industriales y la destrucción de las economías locales basadas en la artesanía.
Aumento de la contaminación ambientalEl uso de combustibles en las fábricas contaminaba el aire.
Los grandes conglomerados urbanos multiplicaron la concentración de contaminantes propios de las ciudades: residuos orgánicos y contaminantes atmosféricos provenientes de las estufas.
Además, tanto en la primera como en la segunda etapa de la revolución industrial, la producción en fábricas dependió en gran medida del uso de combustibles, con la consecuente contaminación del aire. Por otro lado, la producción excesiva de mercancías comenzó a tener como efecto una más rápida producción de residuos.
El consumismo
La producción artesanal tiene como objetivo la obtención de productos únicos que habitualmente son utilizados durante largos períodos de tiempo, hasta el punto de que el mismo producto puede ser pasado de generación en generación. Es decir que una producción lenta requiere un uso y consumo a largo plazo. Por el contrario, la producción industrial no sólo es mucho más rápida sino que además crea un número mucho mayor de mercancías.
Por lo tanto, debe promoverse un consumo más rápido de los productos, que permita que la demanda se vuelva permanente. Aunque el consumismo como hoy lo conocemos es muy posterior al inicio de la revolución industrial, es una consecuencia de la misma, ya que la producción en masa requiere un consumo acelerado.
La Segunda Guerra Mundial
La Segunda Guerra Mundial (1939-1945) fue uno de los acontecimientos fundamentales de la historia contemporánea tanto por sus consecuencias como por su alcance universal. Las «potencias del Eje» (los regímenes fascistas de Alemania e Italia, a los que se unió el militarista Imperio japonés) se enfrentaron en un principio a los países democráticos «aliados» (Francia e Inglaterra), a los que se sumaron tras la neutralidad inicial los Estados Unidos y, pese a las divergencias ideológicas, la Unión Soviética; sin embargo, esta lista de los principales contendientes omite multitud de países que acabarían incorporándose a uno u otra bando.
La ciudad alemana de Dresde tras los bombardeos aliados (febrero de 1945)
La Segunda Guerra Mundial, en efecto, fue una nueva «guerra total» (como lo había sido la «Gran Guerra» o Primera Guerra Mundial, 1914-1918), desarrollada en vastos ámbitos de la geografía del planeta (toda Europa, el norte de África, Asia Oriental, el océano Pacífico) y en la que gobiernos y estados mayores movilizaron todos los recursos disponibles, pudiendo apenas ser eludida por la población civil, víctima directa de los más masivos bombardeos vistos hasta entonces.
En el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial suelen distinguirse tres fases: la «guerra relámpago» (desde 1939 hasta mayo de 1941), la «guerra total» (1941-1943) y la derrota del Eje (desde julio de 1943 hasta 1945). En el transcurso de la «guerra relámpago», así llamada por la nueva y eficaz estrategia ofensiva empleada por las tropas alemanas, la Alemania de Hitler se hizo con el control de toda Europa, incluida Francia; sólo Inglaterra resistió el embate germánico.
En la siguiente etapa, la «guerra total» (1941-1943), el conflicto se globalizó: la invasión alemana de Rusia y el ataque japonés a Pearl Harbour provocaron la incorporación de la URSS y los Estados Unidos al bando aliado. Con estos nuevos apoyos y el fracaso de los alemanes en la batalla de Stalingrado, el curso de la guerra se invirtió, hasta culminar en la derrota del Eje (1944-1945). Italia fue la primera en sucumbir a la contraofensiva aliada; Alemania presentó una tenaz resistencia, y Japón sólo capituló después de que sendas bombas atómicas cayeran sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki.
El miedo a la expansión del comunismo soviético había hecho que Hitler fuese visto por las democracias occidentales como un mal menor, suposición que sólo desmentiría el desarrollo de la contienda. La Segunda Guerra Mundial costó la vida a sesenta millones de personas, devastó una vez más el continente europeo y dio paso a una nueva era, la de la «Guerra Fría». Las dos nuevas superpotencias surgidas del desenlace de la guerra, los Estados Unidos y la URSS, lideraron dos grandes bloques militares e ideológicos, el capitalista y el comunista, que se enfrentarían soterradamente durante casi medio siglo, hasta que la disolución de la Unión Soviética en 1991 inició el presente orden mundial.
Dividida en dos áreas de influencia, la Occidental pro americana y el Este comunista, Europa, como el resto del mundo, quedó reducida a tablero de las superpotencias, y aunque la Europa occidental recuperó rápidamente su prosperidad, perdió definitivamente la hegemonía mundial que había ostentado en los últimos cinco siglos; en el exterior, tal declive se visualizaría en el proceso descolonizador de las siguientes décadas, por el que casi todas las antiguas colonias y protectorados europeos en África y Asia alcanzaron la independencia.
Causas de la Segunda Guerra Mundial
A pesar de las controversias, los historiadores coinciden en señalar diversos factores de especial relieve: la pervivencia de los conflictos no resueltos por la Primera Guerra Mundial, las graves dificultades económicas en la inmediata posguerra y tras el «crack» de 1929 y la crisis y debilitamiento del sistema liberal; todo ello contribuyó al desarrollo de nuevas corrientes totalitarias y a la instauración de regímenes fascistas en Italia y Alemania, cuya agresiva política expansionista sería el detonante de la guerra. Ya en su mera enunciación se advierte que tales causas se encuentran fuertemente imbricadas: unos sucesos llevan a otros, hasta el punto de que la enumeración de causas acaba convirtiéndose en un relato que viene a presentar la Segunda Guerra Mundial como una reedición de la «Gran Guerra».
Soldados americanos en el desembarco de Normandía (junio de 1944)
Ciertamente, la Primera Guerra Mundial (1914-1918) no apaciguó las aspiraciones nacionalistas ni los antagonismos económicos y coloniales que la habían ocasionado. Todo lo contrario: la forma en que fue fraguada la paz, con condiciones abusivas impuestas unilateralmente por los vencedores a los vencidos en el Tratado de Versalles (1919), no hizo sino incrementar las tensiones. Alemania, que había sido declarada culpable de la guerra, perdió sus posesiones coloniales y parte de su territorio continental, siendo además obligada a desmilitarizarse y a abonar desorbitadas reparaciones a los vencedores. Italia, pese a formar parte de la alianza vencedora, no vio compensados sus sacrificios y su esfuerzo bélico con la satisfacción de sus demandas territoriales.
El desenlace de la guerra había llevado a la desmembración de los imperios derrotados (el alemán y el austrohúngaro) y a la implantación en los viejos y nuevos países resultantes de repúblicas democráticas. No era fácil consolidar en estas sociedades sometidas a autocracias seculares y carentes de tradición democrática un sistema liberal, máxime cuando los valores en que éste se sustentaba (confianza en la razón humana, fe en el progreso) habían sido minados por los horrores de la guerra. Pero además, las democracias liberales mostraron pronto su incapacidad para hacer frente a una situación extremadamente delicada. El conflicto había dejado un paisaje de devastación económica y empobrecimiento generalizado de la población que los nuevos gobiernos no supieron abordar.
Todo ello fue capitalizado por grupúsculos y formaciones políticas extremistas, de entre las cuales cobraron progresivo protagonismo las organizaciones de la ultraderecha nacionalista, con el fascismo italiano y su variante alemana (el nazismo) a la cabeza. Junto a las aspiraciones nacionalistas anteriores a la Primera Guerra Mundial (por ejemplo, el ideal pangermanista de unir a los pueblos de lengua alemana), estos grupos asumieron como componentes ideológicos el revanchismo suscitado por el Tratado de Versalles y el militarismo expansionista implícito en doctrinas como la del «espacio vital», que preconizaba la necesidad ineludible de obtener un ámbito territorial dotado de la extensión y los recursos necesarios para asegurar el desarrollo económico y la prosperidad de la nación.
Mussolini y Hitler
Presentándose además como los verdaderos patriotas frente a una clase política de traidores que había ratificado las imposiciones de Versalles, los fascistas ridiculizaron abiertamente el parlamentarismo y la democracia e incluso algunos de sus principios fundamentales, como el igualitarismo, contribuyendo al descrédito del sistema liberal desde una perspectiva opuesta pero complementaria a la de los comunistas, que veían en los gobiernos democráticos meros instrumentos opresores al servicio de la burguesía capitalista.
Sin embargo, para los fascistas, las formaciones comunistas y los sindicatos obreros eran poco menos que agentes de Moscú, es decir, una conjura organizada por enemigos exteriores para debilitar a la nación. Este inequívoco y furibundo anticomunismo acabaría resultando clave en su acceso el poder. Su mensaje no sólo caló paulatinamente entre las legiones de descontentos que había dejado tras de sí la guerra, sino que, en los momentos decisivos, el fascismo recibió el apoyo de las clases dominantes, temerosas de una revolución social como la que había liquidado la Rusia de los zares en 1917.
En fecha tan temprana como 1922, la «Marcha sobre Roma» de los fascistas italianos llevó al nombramiento como primer ministro de Mussolini, quien, tras ilegalizar las restantes fuerzas políticas en 1925, instauró su régimen fascista en Italia. Hitler, en política activa desde 1920, hubo de esperar al «crack» de 1929 y a su nueva espiral de bancarrota y desempleo; en 1932, el partido nazi fue la fuerza más votada en las elecciones; en 1933 fue nombrado canciller, y a mediados de 1934, habiendo suprimido las instituciones democráticas y toda oposición política, detentaba un poder absoluto como «Führer» o caudillo al frente del régimen nazi.
En aplicación de su ideario, Adolf Hitler desdeñó todas las disposiciones de Versalles y preparó a Alemania para satisfacer por la fuerza las reivindicaciones territoriales que no fuesen atendidas: implantó el servicio militar obligatorio y ordenó un rearme masivo que, a base de fuertes inversiones, dotó a Alemania de un formidable ejército, reactivó la industria nacional y fortaleció sensiblemente la economía del país y su propio liderazgo. Sin el respaldo de la opinión pública para embarcarse en una nueva guerra, la posición de los gobiernos de Francia e Inglaterra era, por contraste, claramente débil.
Londres tras un ataque de la aviación nazi (7 de junio de 1940)
En 1938, Hitler anexionó Austria a Alemania y reclamó la región checa de los Sudetes, con numerosa población alemana. Ese mismo año, en la Conferencia de Múnich (30 de septiembre de 1938), Hitler fingió limitar sus ambiciones ante el primer ministro británico Neville Chamberlain y el presidente francés Édouard Daladier. Pero en seguida se vio que la «política de apaciguamiento» de Inglaterra y Francia, consistente en ceder a sus demandas a cambio de la promesa de renunciar a nuevas reivindicaciones, era completamente inútil. Vulnerando los acuerdos de Múnich, Hitler ocupó no únicamente los Sudetes, sino toda Checoslovaquia (marzo de 1939), invadió la región de Memel (Lituania) y puso sus ojos en Polonia, a la que reclamaba el corredor y la ciudad libre de Danzig, territorios que el Tratado de Versalles había arrebatado a Alemania para proporcionar a Polonia una salida el mar.
Al mismo tiempo, y en previsión de la inminencia de la guerra, Hitler atendió hábilmente al flanco diplomático. Desde años atrás había colaborado estrechamente con el régimen hermano de Italia, entendimiento que reforzó subscribiendo con Mussolini el Pacto de Acero (mayo de 1939). Tres meses después, el 23 de agosto de 1939, selló el tratado Ribbentrop-Molotov, así llamado por sus firmantes, el ministros de Exteriores alemán Joachim von Ribbentrop y el ruso Vyacheslav Molotov. Fundamentalmente, el tratado era un pacto de no agresión entre Alemania y la Unión Soviética que incluía entre sus cláusulas secretas el reparto de Polonia, a la que Francia y Gran Bretaña habían prometido ayuda en caso de guerra.
El pacto con la URSS garantizaba a Alemania que no habría de luchar en un doble frente; sintiéndose seguro, Hitler ordenó la invasión de Polonia. El 1 de septiembre de 1939 se iniciaron las operaciones militares; dos días después, Francia e Inglaterra declararon la guerra a Alemania. Comenzaba así la Segunda Guerra Mundial, que por el exiguo número de beligerantes no parecía que hubiese de merecer ese calificativo; dos años y medio más tarde, sin embargo, el conflicto se había extendido por todo el planeta.
Desarrollo de la Segunda Guerra Mundial
Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, la potencia bélica de los bandos contendientes era prácticamente equivalente, a pesar de que Francia e Inglaterra habían comenzado más tarde su rearme. Cada uno de los aliados había desarrollado de forma distinta sus medios bélicos. Francia mejoró y desarrolló su sistema de trincheras (la famosa Línea Maginot, impulsada por el ministro de Guerra André Maginot), previendo una guerra de posiciones como en la Primera Guerra Mundial. La poderosa marina británica no invirtió en la construcción de unidades que se convertirían en vitales (como el portaaviones), pero el país desarrolló ampliamente su fuerza aérea.
De las potencias que pronto intervendrían en el conflicto, la URSS contaba con sus ingentes recursos humanos, y el otro gigante mundial, los Estados Unidos de América, poseía mayor potencial industrial que capacidad militar efectiva; sólo tras decidir su participación en la guerra enfocó rápidamente su industria a la fabricación de armas, y especialmente a la construcción de aviones (cazas y bombarderos) y potentes buques de guerra (portaaviones y acorazados).
Bombarderos estadounidenses sobre Ploiesti (Rumanía)
Los términos del Tratado de Versalles habían impuesto a Alemania la desmilitarización y la limitación de sus arsenales; tal humillante obligación tuvo sin embargo la virtud de eliminar armamentos que hubieran resultado obsoletos en la Segunda Guerra Mundial y de favorecer, llegado el momento, la creación desde cero de un eficiente ejército dotado de armas de última generación. De este modo, cuando Hitler ordenó la remilitarización y el rearme del país, orientó la industria hacia la producción de aviones y unidades terrestres motorizadas, especialmente tanques y carros de combate, y aunque desechó la fabricación de portaaviones y otros barcos de superficie, construyó una potente flota de submarinos. No hay que olvidar que Alemania contaba con un importante potencial técnico, tanto en la metalurgia como en la industria química y eléctrica, de gran aplicación en la industria de guerra.
La «guerra relámpago» (1939 - mayo 1941)
La invasión de Polonia, que había desencadenado la Segunda Guerra Mundial, se completó en poco más de un mes; en virtud de una cláusula secreta del tratado de no agresión germano-soviético, los rusos facilitaron la victoria ocupando la zona oriental de Polonia, que había pertenecido a la Rusia zarista. Después de esta primera ofensiva, curiosamente, se entró en una fase que los periodistas bautizaron como la «guerra de broma»: Francia, Inglaterra y Alemania se habían declarado la guerra, pero, entre octubre de 1939 y marzo de 1940, en ninguno de estos países se registraron combates. Ambos bandos movilizaron y prepararon sus efectivos y defensas, pero dejaron pasar el invierno sin tomar ninguna iniciativa.
Antes de comenzar la guerra, y pensando en los efectos que podría tener un bloqueo similar al llevado a cabo durante la Primera Guerra Mundial, Hitler había promovido la autarquía económica, intentando llevar el país a un nivel de autosuficiencia o de mínima dependencia del exterior. Pero aunque lo había logrado en muchos ámbitos, Alemania carecía de algunas materias primas imprescindibles para su industria de guerra, como el hierro: seguía dependiendo del hierro escandinavo. Por esta razón, el primer paso de Hitler fue la ocupación de Dinamarca y Noruega (abril de 1940); la escasa resistencia fue vencida en pocos días, y los gobiernos de los países ocupados hubieron de trasladarse a Londres.
En mayo de 1940, Hitler lanzó una tercera ofensiva, esta vez contra Francia, que resultaría en una victoria tan aplastante como las de Polonia y Escandinavia: bastó poco más de un mes para que toda Francia quedase bajo el control efectivo de Alemania. Convencidos de que, al igual que en la Primera Guerra Mundial, el conflicto iba a dirimirse en las trincheras, los generales franceses habían reforzado las fronteras (Línea Maginot), pero descuidaron la región de las Ardenas, considerando que sus bosques y montañas eran intransitables para las unidades blindadas del Reich.
Siguiendo el plan del general Erich von Manstein, el Estado Mayor escogió precisamente las Ardenas como punto de paso hacia Francia. El 10 de mayo de 1940, las fuerzas alemanas iniciaron los ataques sobre Holanda y Bélgica, y cuatro días más tarde, el grueso del ejército alemán caía sobre Francia desde las Ardenas, haciendo inútil la Línea Maginot. Con uso masivo de divisiones de tanques (Panzer) y de unidades especializadas como las de paracaidistas y la aviación (Luftwaffe), que destruían puntos claves, las tropas alemanas se lanzaron sin impedimentos sobre el Canal de la Mancha, dejando embolsadas las tropas británicas y francesas en la zona de Dunkerque. Inexplicablemente, los alemanes detuvieron durante su avance dos días, dando tiempo a que franceses e ingleses pudiesen completar, el 4 de junio de 1940, el reembarco de sus efectivos (más de trescientos mil soldados) hacia Gran Bretaña.
Hitler en París, pocos días después de la ocupación (23 de junio de 1940)
Al día siguiente, los alemanes emprendieron el avance hacia el sur; el 14 de junio entraron en París. El mariscal Philippe Pétain, que había asumido la presidencia, pactó con Hitler un armisticio. Francia quedó dividida en dos: el norte ocupado, que daba a Hitler el control de toda la fachada atlántica y de la capital, y una zona sur de jurisdicción francesa administrada por un gobierno colaboracionista (presidido por Pétain) que tenía su sede en Vichy. Mientras tanto, el general Charles de Gaulle, que rechazó este acuerdo, organizó desde Londres la resistencia interior, lanzando a través de la radio consignas que por el momento tendrían escasa repercusión; para muchos franceses, Pétain había salvado al país de males mayores.
Las campañas citadas, y muy especialmente la ofensiva sobre Francia, son ejemplos eminentes del éxito de las nuevas tácticas militares conocidas como «guerra relámpago» (Blitzkrieg). Apoyándose en la rapidez, movilidad y perfecta coordinación de sus unidades motorizadas (aviación, tanques, carros de combate, artillería autopropulsada), los alemanes concentraban sus energías en puntos débiles o estratégicos hasta forzar sorpresivas rupturas en el frente por las que penetraban las fuerzas terrestres, que avanzaban rápidamente por la desguarnecida retaguardia hacia sus objetivos finales, sembrando el caos y el desconcierto entre las líneas enemigas.
La «guerra relámpago» (hasta mayo de 1941) dio a Hitler el control de Europa
La guerra se convirtió así en una orgía de la velocidad: de las tropas motorizadas, de las comunicaciones, de las órdenes, de la definición sobre la marcha de ofensivas y objetivos. El ajedrez reposado de la Primera Guerra Mundial dio paso a una partida rápida que los grandes estrategas franceses perdieron por tiempo. El mismo concepto de frente quedó finiquitado; había frente donde atacaban los alemanes, lo cual, dada su rapidez y movilidad, era como decir que no lo había. Que la Línea Maginot se mantuviera intacta tras la caída de París era el negro chiste que señalaba la abismal diferencia entre la guerra antigua y la moderna, entre acumular tropas para defenderse de nadie y exprimirlas al máximo dotándolas de un duende de dinamismo que parecía ubicuidad. Hay que notar que este novedoso enfoque respondía también a una necesidad estratégica profunda: Inglaterra seguía ejerciendo el dominio de los mares, y, al igual que en la Primera Guerra Mundial, Alemania podría quedar desabastecida de petróleo y otros productos básicos si era sometida a un prolongado bloqueo marítimo por los británicos. De ahí la prioridad de llevar rápidamente el conflicto hacia su desenlace.
En solamente nueve meses, Hitler se había apoderado de Europa: los países que no habían caído bajo su dominio eran aliados suyos o neutrales. Con la claudicación de Francia, en efecto, tan sólo quedaba Gran Bretaña, a cuyo frente se había colocado el gobierno de coalición presidido por Winston Churchill, un político de dilatada trayectoria destinado a convertirse en el más admirado estadista de la Segunda Guerra Mundial. Reconociendo en su toma de posesión (10 de mayo de 1940) que no podía ofrecer más que «sangre, sudor y lágrimas» a sus conciudadanos, el nuevo primer ministro insufló un espíritu de lucha en el pueblo británico y, con su determinación de resistir a toda costa, contrarió los planes de Hitler, que había supuesto que el aislamiento empujaría a Inglaterra a negociar.
Decidido a finalizar cuanto antes la guerra, Hitler ordenó diseñar un plan de desembarco en las islas, pero sus generales le convencieron de que, dada la superioridad de la armada británica, tal empresa era imposible sin conseguir previamente, al menos, el control del espacio aéreo. De este modo, la batalla de Inglaterra (de julio a septiembre de 1940) se libró exclusivamente en el aire: cazas y bombarderos de la Luftwaffe alemana y la Royal Air Force británica se enzarzaron en cruentos combates y soltaron miles de bombas primero sobre objetivos militares y luego sobre Londres y Berlín, causando terribles estragos en la población civil. Gracias a la proximidad de los aviones ingleses a sus bases y a las vitales informaciones sobre la aviación enemiga que aportaba el uso del radar, el resultado fue favorable a los británicos. Hitler se vio obligado a posponer indefinidamente la invasión de Inglaterra; la guerra comenzaba a alargarse más de lo deseado.
Calle londinense tras un bombardeo nocturno
Entretanto, deslumbrado por las grandes victorias obtenidas por el Reich, Mussolini decidió finalmente que Italia entrara en la guerra en apoyo de Alemania. El Duce esperaba con ello satisfacer sus ambiciones territoriales en los Balcanes y el norte de África. En septiembre de 1940, Italia atacó Grecia desde Albania, pero griegos y británicos lograron rechazarles. Hitler, que ya pensaba en la invasión de la URSS, tuvo que desviar parte de sus tropas y medios en ayuda de su desastroso aliado. Con la colaboración de Rumanía, Hungría y Bulgaria, que se aliaron con el Reich, los alemanes emprendieron en abril de 1941 una nueva «guerra relámpago»: en apenas dos semanas ocuparon Yugoslavia y la Grecia continental, forzando la rendición de los ejércitos de estos países y la retirada de los británicos. En mayo de 1941, la arrolladora campaña finalizó con la ocupación de Creta.
La «guerra total» (junio 1941 - junio 1943)
En 1941, la invasión alemana de Rusia y el ataque japonés a Pearl Harbour precipitaron la globalización del conflicto. Alemania y la URSS habían firmado un pacto de no agresión en cuyas cláusulas secretas se reconocía a Finlandia, los países bálticos y Besarabia como áreas de influencia soviética. Inmediatamente después de la ocupación de Polonia, Stalin se había tomado la libertad de invadir por su cuenta las repúblicas bálticas (Estonia, Letonia y Lituania) y de ocupar el sur de Finlandia, de modo que la URSS había recuperado ya los territorios perdidos en la Primera Guerra Mundial.
Estas apresuradas anexiones molestaron a Hitler. Pese a su visceral anticomunismo, el Führer había buscado el pacto con la Unión Soviética con la pragmática finalidad de no tener que luchar en dos frentes; pero ahora las ambiciones de los rusos chocaban con el irrenunciable objetivo de adjudicar a Alemania un «espacio vital», expandiéndose hacia el este. Por esta razón, Hitler preparó concienzudamente la «Operación Barbarroja» para conquistar la URSS y, más tarde, abatir el poderío británico en Oriente Medio.
Soldados rusos en la batalla de Stalingrado (diciembre de 1942)
La campaña de Rusia comenzó el 22 de junio de 1941. El Estado Mayor alemán organizó los ejércitos en tres cuerpos que fueron enviados hacia el norte (Leningrado), hacia el centro (Moscú) y hacia el sur (Ucrania). Los rusos firmaron un acuerdo con los británicos y al mismo tiempo trasladaron su industria hacia el interior para que no cayera en manos del Reich. Los generales alemanes habían proyectado una ofensiva en diez semanas, pero, tras un impetuoso arranque que mejoraba incluso su previsiones, el deficiente estado de las infraestructuras (en modo alguno comparables a las de la Europa occidental) y el rechazo de la población retrasaron el avance de sus divisiones, que no estuvieron en disposición de atacar sus objetivos hasta finales de septiembre.
Con las primeras lluvias de octubre, las carreteras rusas, no pavimentadas, se convirtieron en barrizales impracticables. En noviembre, las temperaturas alcanzaron los 32 grados bajo cero, reduciendo el material bélico a chatarra congelada y matando miles de soldados. A principios de diciembre, el avance sobre Moscú quedó definitivamente paralizado. Una vez más, la estepa rusa y el «general Invierno» parecían haber derrotado al temerario occidental que osaba aventurarse por sus inmensidades; lo mismo le había ocurrido, más de cien años antes, a Napoleón Bonaparte. Sin embargo, pese a las múltiples penalidades y a la imposibilidad de cavar trincheras en el suelo congelado, las tropas alemanas resistieron los contraataques rusos y mantuvieron sus posiciones.
Con la llegada de la primavera se reiniciaron las hostilidades. En el frente sur, los alemanes se adentraron hasta el río Don, y en septiembre de 1942 se encontraban a las puertas de Stalingrado. Entre finales de 1942 y principios de 1943, en el interior y los alrededores de esta ciudad tendría lugar la más dura y decisiva de las batallas de la Segunda Guerra Mundial. Bajo el mando de Konstantín Rokossovski, las fuerzas soviéticas rodearon el ejército del mariscal alemán Friedrich von Paulus, mientras el general ruso Gueorgui Zhúkov dirigía la defensa de la ciudad. El 2 de febrero de 1943, von Paulus se vio obligado a capitular; los rusos capturaron trescientos mil prisioneros. La batalla de Stalingrado invirtió el curso de la guerra: a partir de ese momento, la contraofensiva soviética obligaría a los alemanes a retroceder.
El acorazado West Virginia envuelto en llamas tras el ataque japonés a Pearl Harbour (7 de diciembre de 1941)
El segundo acontecimiento clave de la etapa 1941-1943 fue la entrada de los Estados Unidos en la guerra a raíz del ataque japonés a Pearl Harbour (7 de diciembre de 1941). Aunque ciertamente en un primer momento quisieron mantenerse estrictamente neutrales, los americanos, en realidad, habían ya comenzado a servir a los intereses de los aliados. El apoyo norteamericano se hizo patente cuando, en marzo de 1941, el presidente Franklin D. Roosevelt obtuvo del Congreso la aprobación de la ley de Préstamo y Arriendo, que permitió a los aliados surtirse de todo tipo de materiales y armas sin tener que pagar en el momento de la compra: se estaba ayudando con todos los medios económicos a la lucha contra Alemania.
Como aliado de Alemania e Italia, países con los que había sellado el Pacto Tripartito de 1940, Japón había comenzado a ocupar algunas colonias británicas, francesas y holandesas del Asia Oriental con la ayuda, en muchos casos, de los nacionalistas nativos. El expansionismo del militarista Imperio japonés chocaba con los intereses de los norteamericanos, que bloquearon las exportaciones de petróleo y acero y congelaron los activos japoneses en el país, entre otras sanciones económicas.
La intervención de Estados Unidos parecía inminente, pero Japón se anticipó con un ataque por sorpresa cuyo objetivo era obtener una inmediata superioridad naval: sin previa declaración de guerra, la aviación nipona bombardeó y hundió la mayor parte de la flota norteamericana fondeada en la base de Pearl Harbour, en las islas Hawai (7 de diciembre de 1941). Estados Unidos declaró la guerra a Japón y, poco después, a Italia y Alemania; la Segunda Guerra Mundial ingresaba así definitivamente en su fase de universalización.
Durante los primeros meses de 1942, los japoneses, que anteriormente habían suscrito un pacto de no agresión con Rusia, campearon sin demasiadas dificultades por el sudeste asiático, ocupando Singapur, Indonesia, las islas Salomón, Birmania y Filipinas. Pero el 4 de junio de 1942, sus progresos quedaron bruscamente frenados en el más decisivo de los combates navales de la Segunda Guerra Mundial: la batalla de Midway, un archipiélago situado 1.800 kilómetros al oeste de las islas Hawai en torno al que se enfrentaron las armadas enemigas. Japón vio hundirse sus cuatro portaaviones, unidades que se habían revelado esenciales para la supremacía en la moderna guerra marítima, y ya nunca podría resarcirse de su pérdida; los astilleros estadounidenses botaron nuevos buques de guerra a toda máquina, y en adelante los norteamericanos sólo tendrían que imponer su superioridad naval y aérea, a la que los nipones opusieron una fanática resistencia.
El portaaviones norteamericano Yorktown en la batalla de Midway (4 de junio de 1942)
El norte de África también fue escenario de combates. Desde Gibraltar hasta Alejandría, la armada británica dominaba el Mediterráneo, pero existía un punto de gran importancia estratégica que podía inclinar la balanza del lado alemán: el canal de Suez. Controlado por los ingleses, este paso permitía la comunicación entre las colonias africanas y asiáticas del Imperio británico y la metrópoli; su pérdida pondría en graves aprietos a Inglaterra. En septiembre de 1940, Mussolini había fracasado en su intento de atacar Egipto desde la vecina Libia, entonces colonia italiana. En febrero de 1941, Hitler envió en su apoyo el Afrika Korps del general Erwin Rommel, cuya pericia táctica le valdría el sobrenombre de «el zorro del desierto». En su avance hacia el este, Rommel obtuvo sucesivas victorias, pero llegó desgastado a la ciudad egipcia de El Alamein (julio de 1942), donde, falto de tanques y combustible, acabaría siendo derrotado por el VIII Ejército del general británico Bernard Montgomery. Cortado definitivamente el acceso al canal de Suez, el frente africano perdió relevancia para los alemanes.
La derrota del Eje (julio 1943-1945)
La universalización de la Segunda Guerra Mundial decantó el conflicto; con la incorporación al bando aliado del poderío militar e industrial de la Unión Soviética y Estados Unidos, las potencias del Eje perdieron todas sus opciones. De hecho, ya en la etapa anterior se habían registrado combates decisivos que señalaban la inversión en el equilibrio de fuerzas: desde las batallas de Midway (junio de 1942) y Stalingrado (febrero de 1943), japoneses y alemanes se veían obligados a retroceder ante la contraofensiva de los americanos y los rusos. A estos avances se añadió, en la fase final de la guerra, la apertura de dos nuevos frentes: el de Italia (iniciado con el desembarco aliado en Sicilia) y el de Francia (tras el desembarco de Normandía), cuyo resultado sería, tras padecer un acoso en todas direcciones, la caída del Reich.
El desembarco aliado en Sicilia, iniciado el 10 de julio de 1943, tenía como objetivo apoderarse de la isla y utilizarla como base para la invasión de Italia. Aun antes de haber sido completada, la ofensiva sobre Sicilia tuvo un impacto psicológico inesperado en la clase política: el 25 de julio, el Gran Consejo Fascista destituyó a Mussolini, que fue encarcelado; el monarca italiano Víctor Manuel III encargó la formación de un nuevo gobierno al general Pietro Badoglio, que firmó un armisticio con los aliados el 3 de septiembre, fecha en que las tropas aliadas desembarcaron sin oposición en la península Itálica.
Los alemanes supieron reaccionar rápidamente: invadieron el norte de Italia, liberaron a Mussolini en una arriesgada operación (12 de septiembre de 1943) y lo pusieron al frente de un gobierno fascista, la República de Salò, así llamada por el nombre de la ciudad italiana en que tenía su sede. Pese al apoyo del gobierno y la población, los aliados no pudieron avanzar por esa Italia partida en dos; el frente se estabilizó a unos cien kilómetros al sur de Roma. Una importante ofensiva permitiría tomar la capital en junio de 1944, pero desde entonces las prioridades fueron liberar Francia y caer rápidamente sobre Berlín. Ya en 1945, ante el ataque final de los aliados, Mussolini intentó huir a Suiza, pero fue descubierto y fusilado por miembros de la resistencia.
El desembarco de Normandía (6 de junio de 1944)
El desembarco de Normandía (6 de junio de 1944) es sin duda la acción más recordada de la Segunda Guerra Mundial. La apertura de un frente occidental tenía un alto valor estratégico por cuanto obligaba a Alemania a dividir sus fuerzas para combatir entre dos frentes. Protegidas por un intenso bombardeo aéreo y naval, las divisiones aliadas desembarcaron en las playas de esta región del noroeste de Francia. Tras duros combates, se logró afianzar la cabeza de puente; el 1 de agosto, fecha en que finaliza el célebre Diario de Ana Frank, el frente alemán se hundió; el 25 de agosto, París era liberada. Simultáneamente, el ejército soviético emprendió en junio de 1944 una gran ofensiva que liberó Polonia, Rumanía y Bulgaria.
Todo estaba perdido, pero Hitler, depositando todavía sus esperanzas en las potentes armas secretas que desarrollaban los ingenieros del Reich, arrastró a Alemania a una desesperada resistencia. A principios de 1945, un último contraataque alemán en las Ardenas fue abortado; a partir de ese momento, la guerra se convirtió en una carrera en que los generales rusos y occidentales se disputaron el honor de llegar los primeros a Berlín, trofeo que se llevaron los soviéticos (2 de mayo de 1945). Dos días antes, el Führer se había suicidado en su búnker.
Hiroshima arrasada por la bomba atómica; abajo, la explosión sobre
Nagasaki fotografiada desde Koyagi-jima, a quince kilómetros de distancia
En el Pacífico, desde la derrota de Midway, Japón apenas si había logrado más que ralentizar su retirada resistiendo tenazmente las acometidas de los estadounidenses, que diezmaron la armada nipona y reocuparon numerosos territorios. En verano de 1945, pese a la capitulación de Alemania, el Imperio japonés seguía decidido a resistir a toda costa. Debido a las inmensas distancias y a la singular geografía del escenario bélico, que obligaba a luchar de isla en isla, la Guerra del Pacífico se preveía sumamente costosa en recursos humanos y materiales. Ante esta perspectiva, Harry S. Truman, nuevo presidente norteamericano tras la súbita muerte de Roosevelt, optó por emplear una nueva arma: la bomba atómica. El 6 y 9 de agosto de 1945, las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki fueron arrasadas por sendas explosiones nucleares. El 2 de septiembre de 1945, Japón firmaba la rendición incondicional. La Segunda Guerra Mundial había terminado.
Consecuencias de la Segunda Guerra Mundial
Las principales consecuencias históricas de la Segunda Guerra Mundial fueron el establecimiento de un orden bipolar liderado por las dos superpotencias ideológicamente antagónicas que salieron reforzadas del conflicto (la Norteamérica capitalista y la URSS comunista) y la pérdida definitiva de la hegemonía mundial que Europa había ostentado desde finales de la Edad Media, reflejada en el proceso de descolonización que desmanteló los antiguos imperios coloniales europeos.
La aparente sintonía mostrada por el dirigente soviético Iósif Stalin, el presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt y el primer ministro británico Winston Churchill en la Conferencia de Yalta (febrero de 1945), cuando la Segunda Guerra Mundial no había llegado aún a su previsible desenlace, dio paso a las primeras fricciones en la Conferencia de Potsdam (julio-agosto de 1945). Pese a ello, y reconociendo la importancia de la contribución soviética al esfuerzo bélico, Estados Unidos e Inglaterra acordaron con Stalin la división de Alemania y validaron la anexión de las repúblicas bálticas y parte de Polonia al territorio ruso.
Soldados soviéticos izan la bandera rusa en el Reichstag (Berlín, 2 de mayo de 1945)
Desde 1941, sin embargo, todo el mundo sabía que la incorporación de la Unión Soviética al bando aliado, forzada por la fallida invasión de Hitler, era una alianza contra natura que el final de la guerra se encargaría de deshacer. Con su poderoso ejército desplegado en la Europa oriental, Stalin subscribió en Yalta la propuesta de celebrar elecciones libres en los países ocupados, y, acabada la guerra, quebrantó el acuerdo favoreciendo la implantación de regímenes comunistas dependientes de Moscú. De este modo, casi todos los países del este de Europa (incluida la Alemania oriental, en la que se estableció la República Democrática Alemana) quedaron bajo la órbita soviética.
Se iniciaba con ello la «Guerra Fría», nueva fase geopolítica en que el antagonismo entre las superpotencias surgidas de la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos y la URSS, no desembocó en guerra abierta por milagro o por temor al cataclismo nuclear que podían desencadenar los arsenales atómicos de los contendientes. Ambas potencias se erigieron en líderes de dos bloques ideológicos (el Occidente capitalista y el Este comunista) cuya fuerza y cohesión incrementaron mediante pactos militares (la OTAN y el Pacto de Varsovia), planes de ayuda (el Plan Marshall) y alianzas económicas (la Comunidad Europea y el COMECON), mientras se enzarzaban en conflictos locales soterrados para promover o impedir la incorporación de tal o cual región a uno u otro bloque, reduciendo la mayor parte del mundo, y también Europa, a un tablero de ajedrez.
Las inmensas deudas que Inglaterra había contraído con Estados Unidos y el triste papel de Francia en la guerra habían dejado sin voz a la devastada Europa. La desafiante actitud de Stalin y el inicio de la «Guerra Fría» empujaron decididamente a Estados Unidos a situar bajo su órbita la Europa occidental (incluida Grecia y los vencidos: Italia y la nueva República Federal Alemana) y sustraerla a la influencia de los partidos comunistas europeos y de la Unión Soviética. En 1947, el presidente Truman aprobó el Plan Marshall, así llamado por su promotor, el secretario de Estado George Marshall. En el fondo, el plan diseñaba una reconstrucción favorable a los intereses de los Estados Unidos, pues preservaría la demanda europea de productos americanos; pero aquella sabiamente administrada lluvia de millones, invertida fundamentalmente en infraestructuras, dio un gran impulso a la economía europea, que en sólo doce años rebasó los índices de producción de 1939. Perdido el liderazgo político, la Europa occidental lograría, al menos, recuperar el protagonismo económico.
Churchill, Roosevelt y Stalin en la Conferencia de Yalta (1945)
La debilidad de las metrópolis europeas reactivó los movimientos independentistas en las colonias y condujo, en las décadas siguientes, al progresivo desmantelamiento de los imperios coloniales, proceso al que se ha dado el nombre de «descolonización». La flagrante contradicción de enarbolar con una mano la bandera de la libertad y la democracia y de sostener con la otra la de un imperialismo que sometía pueblos enteros se hizo patente no sólo a los ojos de las minorías ilustradas de la colonias, sino también a la población en general, principal víctima de la miseria a que los condenaba el estatus colonial. A través de revueltas violentas que Europa no estaba en condiciones de sofocar, o bien mediante negociaciones o una combinación de ambos medios, casi todas las colonias alcanzaron su independencia entre 1945 y 1975. La descolonización contó con el impulso y beneplácito de las nuevas superpotencias, pues conllevaba el afianzamiento de su hegemonía, la apertura de nuevos mercados y la oportunidad de incorporar nuevas naciones a su ámbito de influencia.
En tanto que proceso en que se percibe una justicia intrínseca y reparadora de los males del imperialismo, podría creerse la descolonización fue una consecuencia positiva de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, en su realización práctica, la descolonización no condujo sino a una nueva forma de dependencia, el «neocolonialismo», que acabaría empeorando las condiciones de vida. Los nuevas naciones heredaron una economía sometida a los intereses coloniales que se basaba en la exportación de un reducido número de materias primas o productos agrícolas a las metrópolis; las beneficios obtenidos, sin embargo, no alcanzaban para la importación de los productos manufacturados necesarios. Tal déficit comercial sólo podía paliarse con los créditos que los nuevos países solicitaban a las antiguas metrópolis o a las superpotencias, creando un círculo vicioso de dependencia económica y, por ende, política. Carentes de la capacidad decisoria y financiera que precisaban para acometer la imprescindible diversificación de sus economías, las antiguas colonias asistieron impotentes a la cronificación o acentuación de los desequilibrios, y pasaron a integrar la amplia franja de subdesarrollo que hoy conocemos como Tercer Mundo.
Tomado de https://www.biografiasyvidas.com/monografia/hitler/guerra_mundial.htm
Tomado de https://www.biografiasyvidas.com/monografia/hitler/guerra_mundial.htm
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