miércoles, 13 de mayo de 2020

Reparto de Asía


Ocupación de Asia

En el siglo XIX se produjo también la penetración europea en Asia y, a diferencia de lo que ocurrió en África, intervinieron no sólo las grandes potencias coloniales (Francia, Gran Bretaña, Países Bajos, etc.) sino también otras nuevas, como Rusia, Estados Unidos y Japón.

La colonización británica se concentró, sobre todo, en la zona de la India, donde desde el siglo XVIII la Compañía Inglesa de las Indias poseía los puertos de Madrás, Calcuta y Bombay. Tras las revueltas de los cipayos, en 1857, el gobierno británico asumió directamente el control de la India y estableció un virrey. Las reformas administrativas, económicas, sociales y militares hicieron de esa colonia la más clara muestra del esplendor del poder británico, y la reina Victoria fue proclamada emperatriz de la India. Para poder garantizar una zona de seguridad alrededor de su colonia, los ingleses tuvieron que rivalizar con Francia para anexionarse Birmania.

La expansión francesa tuvo en Indochina, lo que dio origen a una serie de conflictos en Asia suroriental. Francia, presente en la Cochinchina desde los años 1858-1860, fue anexionándose, entre 1860 y 1880, toda la región del Mekong y estableció un protectorado sobre Camboya. Asimismo, después de una guerra con China, implantó protectorados en Annam y Tonkín.

Gran Bretaña también estaba presente en la zona, y después de ocupar Birmania, impuso su dominio sobre los Estados Malayos y Singapur. Franceses e ingleses se pusieron de acuerdo para mantener libre y neutral el Estado de Siam, que servía de frontera entre los dos imperios.

En el siglo XIX, el Imperio ruso continuó su expansión hacia Siberia, iniciada ya en el siglo XVII, y hacia el sur. En esta zona llegó hasta los límites del Imperio británico en la India, con el que mantuvo un importante litigio por el control de Persia y Afganistán y del Tibet. También surgieron rivalidades territoriales con China y en 1904-1905 se produjo la guerra ruso-japonesa, que enfrentó a estas dos grandes potencias imperialistas asiáticas.



Caso aparte fue el control de China, que no fue ocupada por ningún país, aunque los europeos consiguieron establecer algunos enclaves comerciales. Los ingleses equilibraban las compras de té y seda chinos con la venta de opio que traían de la India. En 1839, el gobierno chino prohibió la entrada de opio, pero los británicos siguieron vendiéndolo. El conflicto desembocó en las guerras del opio (1839-1842 y 1856-1860) gracias a las cuales el gobierno británico consiguió el enclave de Hong Kong y la apertura de doce puertos al comercio internacional, lo que evidenció la debilidad del Imperio chino ante Occidente. Así, entre 1885 y 1911, se produjo el verdadero asalto a China por parte de los países europeos y de Japón.

Los europeos también controlaron otras zonas del mundo. Así, en Oceanía, los británicos poseían los dos territorios más importantes, Australia y Nueva Zelanda, colonias de poblamiento. Por su parte los holandeses se establecieron en Indonesia.



El reparto de Asia y el caso de India

La situación de Asia no era la misma que el caso del reparto de África, ya que en el continente del Este existían numerosas potencias como, por ejemplo la japonesa, la china o la persa y por lo tanto no era tan fácil ocupar los territorios de la zona como sí lo era en un continente tan abandonado como era el africano. Por ello, en lugar de repartir todo el continente en Asia solo se pudieron ocupar unas partes, siendo la más relevante la India.

En el siglo XVII tomó lugar una de las creaciones más relevantes de la historia de la India, cuando unos comerciantes ingleses crearon la Compañía de las Indias Orientales, ocupando parte de la zona de la India para sus negocios. Durante años esta Compañía fue tomando poco a poco todo el subcontinente indio, llegando a ocupar casi toda la zona bajo amparo británico en 1858.

Desde ese momento la India se convirtió en uno de los principales puntos de influencia comercial de Gran Bretaña, ya que con la llegada de los británicos al poder, el comercio de textiles y especias indias se multiplicó cobrando grandes tasas a los europeos por su compra. Los ingleses cambiaron totalmente el sistema productivo de los indios obligándolos a cultivar algodón y té, creando un monopolio sobre la sal y sustituyendo a los tejedores indios por maquinaria más productiva.

Con el paso de los años, la India se convirtió en una de las principales fuentes de ingreso del país británico y no sería hasta mediados del siglo siguiente que la India realizaría un movimiento para separarse de Reino Unido.



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